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¡Basta de Máscaras Políticas!

La ciudadanía se siente desencantada, desilusionada, escéptica y no es casualidad; es el resultado de años de promesas incumplidas, corrupción descarada y prácticas deshonestas que han carcomido la credibilidad de la política y sus actores.


En la era de la información, la desconfianza hacia la política como actividad, los políticos y las instituciones ha alcanzado niveles alarmantes, tanto que cada día son más comunes las máscaras políticas.

La falta de transparencia y la opacidad de las instituciones han contribuido al escepticismo de la ciudadanía, en medio de este panorama complejo y peligroso los políticos desde cualquier ámbito de poder deben abrir las puertas a la información y mostrar que no tienen nada que ocultar, el llevado y traído discurso de la transparencia debe traducirse en una muestra clara de honestidad y respeto hacia la ciudadanía.

La ética y la transparencia deben ser los cimientos sobre los cuales se construyan políticas públicas que obliguen de una vez por todas a la rendición de cuentas, a la información veraz y las decisiones justas.

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La corrupción y el abuso de poder deben ser erradicados sin excusas ni justificaciones, solo así se podrá restaurar la confianza perdida.

Para lograr un auténtico renacer político, es imperativo fundamentar este desafío en valores como la ética, las buenas prácticas y el compromiso social, quienes pretendan asumir en un futuro cercano los destinos de una nación, como Honduras, abandonada a su suerte, deben ser hombres y mujeres que tomen la responsabilidad de gobernar basados en la integridad y la coherencia.

No podemos seguir tolerando políticos con máscaras, cuyas acciones en el poder contradicen sus palabras en el discurso.

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Es esencial que los líderes políticos se comprometan verdaderamente con el bienestar de la sociedad, ya no basta con ofrecer promesas vacías y discursos grandilocuentes, se requiere de líderes que escuchen a la ciudadanía, que se pongan en sus zapatos y que busquen soluciones reales a los problemas que enfrentan, que no vean la política como un juego de intereses personales, sino como una responsabilidad colectiva.

La participación ciudadana por su parte es pilar fundamental en este renacer político, insistimos en esta parte como lo hicimos en un artículo anterior, los ciudadanos deben involucrarse activamente, informándose y ejerciendo su derecho a ser escuchados. la política no es un espectáculo para ser observado a la distancia; es una oportunidad para que todos seamos parte de un cambio para bien.

Que la ciudadanía haya perdido la fe en los políticos y las instituciones es comprensible, pero no podemos permitirnos caer en la apatía y el desinterés, más temprano que tarde debe llegar el momento de exigir una política más ética, más transparente y más comprometida con el bienestar común, como sociedad no podemos resignarnos a vivir en un sistema político desgastado y corroído por la corrupción y la deshonestidad.    

La anterior es una reflexión basada en mi reciente libro “El Lado Oscuro de la Política”.

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