La Resiliencia es una virtud, y si me preguntan, una de las más importantes porque es la que te permite sobrellevar y adaptarte a situaciones adversas.

Es un proceso mediante el cual logras volver a una sola pieza luego de una tremenda dificultad, trauma, tragedia, amenazas, tensiones, situaciones complejas familiares, laborales o de pareja.

No se debe hablar tan a la ligera de ella. ¿Por qué? Porque la resiliencia, flexibilidad y fortaleza, por ejemplo, que van de la mano; no son fáciles de gestionar, es un camino largo y duro.

Merece la pena, por supuesto que sí, pero no es así de fácil. No debemos estandarizar el proceso, es imposible. Debemos enfrentarlo, tener paciencia y trabajarlo día a día.

La resiliencia viene de muchos colores y formas. A veces volver a ponerse de pie pasa por llorar y quedarse en cama un día entero, pasa por estar triste varios días, pasa por no poder ver claramente la luz al final del túnel.

A veces pasa por desmoronarse por completo y volver a nacer como el ave fénix. Y es válido, cada proceso es personal, privado y distinto. Te animo a no comparar tu camino y tu proceso de sanación, perdón, crecimiento y mejora con nadie.

Eso te ayudará a volver a ser una persona plena, con paz y feliz más fácilmente; a tu tiempo.

La resiliencia es como un músculo que se fortalece con cada desafío. En cada instante difícil, ten presente la maravillosa habilidad que tenemos como seres humanos de adaptarnos, crecer y seguir adelante.

Siempre cultiva la resiliencia con agradecimiento, humildad, mentalidad de crecimiento y pensamientos positivos. Recuerda que tienes apoyo en tus familiares y amistades más cercanas y que siempre somos más fuertes de lo que creemos. Dios siempre está ahí en cada paso.

No olvides que es tu camino y tu proceso y que no necesitas que nadie te valide. Te deseo toda la fuerza y la flexibilidad necesaria para ser resiliente ante cualquier situación que la vida ponga por delante.

“En medio de la dificultad yace la oportunidad.” Albert Einstein

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